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Jornalista, por conta de cassação como oficial de Marinha no golpe de 64, sou cria de Vila Isabel, onde vivi até os 23 anos de idade. A vida política partidária começa simultaneamente com a vida jornalística, em 1965. A jornalística, explicitamente. A política, na clandestinidade do PCB. Ex-deputado estadual, me filio ao PT, por onde alcanço mais dois mandatos, já como federal. Com a guinada ideológica imposta ao Partido pelo pragmatismo escolhido como caminho pelo governo Lula, saio e me incorporo aos que fundaram o Partido Socialismo e Liberdade, onde milito atualmente. Três filh@s - Thalia, Tainah e Leonardo - vivo com minha companheira Rosane desde 1988.

segunda-feira, 24 de setembro de 2012

FHC não era aliado, mas sim dependente dos EUA

Catedrático de universidade americana coloca FHC em saia justa, ao condenar ação dos EUA na América Latina nos anos 90: "EUA não tinha aliados, mas sim governos dependentes". 

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EL PAIS › EXCLUSIVO PÁGINA/12 EN ESTADOS UNIDOS

“EE.UU. IMPUSO A AMERICA LATINA UN MODELO QUE YA NO FUNCIONA”

Por Martín Granovsky
Erick Langer, director del Centro de Estudios Latinoamericanos de Georgetown, donde la Presidenta inaugurará el miércoles la Cátedra Argentina, critica el modelo neoliberal de los ’90 y advierte que Washington no ha tenido “aliados” en los países de la región, sino gobiernos “dependientes”

 Por Martín Granovsky
Desde Nueva York
A los 57 años, nacido el 22 de mayo de 1955, Erick Langer es un historiador experto en América latina que dirige el influyente Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown, en Washington. Langer aceptó hablar.
–Me parece muy interesante que el continente haya cambiado tanto en la última década y haya podido aprovechar desde el punto de vista económico un gran cambio mundial: la mayor presencia china.
–¿En qué aprovechó América latina a China en su opinión?
–China es un rival de los Estados Unidos que requiere materias primas de América latina. Eso contribuyó a que América latina pudiera enfrentar la crisis en mejores condiciones. No sin peligros, claro.
–¿Cuál sería el peligro?
–Que América latina no intensifique el proceso de elaboración de materias primas y siga exportando commodities. Es un desafío para todos los gobiernos de la región, sin excepciones. La ventaja es que a partir del 2000 América latina en general, y en particular Sudamérica, se liberaron de la dependencia respecto del modelo neoliberal de los Estados Unidos.
–¿En qué ve usted que ese modelo afectaba a la región?
–Creó un desasosiego de las clases medias y bajas en materia de distribución de la riqueza. Esa expresión no estaba, por supuesto, en el Consenso de Washington.
–El documento del Consenso exhortando a la desregulación y a desreglamentar la economía es de 1989. ¿No quedó nada?
–¿En la región? Prácticamente nada. Es un factor positivo para la región. –O sea: el crecimiento chino es un elemento positivo y la caída del Washington Consensus es otro punto bueno.
–Y le agrego un factor de peso: los Estados Unidos están muy preocupados por Medio Oriente y efectivamente no le han prestado mucha atención a América latina.
–Los académicos y los dirigentes políticos discuten siempre si eso es bueno o malo. Algunos sostienen que para América latina es mejor la situación cuando Washington se ocupa menos de ella.
–Bueno, en materia política hay un tema práctico a tener en cuenta. Le va a sonar casi redundante. Cuando Washington se ocupa menos, la injerencia es menor. La mayoría de las veces que los Estados Unidos pusieron la vista en otros sitios y no tanto en América latina, como en la Primera Guerra Mundial, la favorecida fue América latina. No pongo el ejemplo de la Segunda Guerra Mundial porque el fenómeno es mucho más complejo. Pero luego muchas veces el problema fue que los gobiernos del continente no fueron aliados de los Estados Unidos sino dependientes de Washington. No es lo mismo. Los Estados Unidos tenían el poder de imponerse. De imponer, incluso, un modelo que ya no funciona. Barack Obama se dio cuenta de eso, aunque su principal tema no sea América latina. Y antes de él, George Bush no estaba concentrado en América latina.
–Es decir que es bueno para la región que no haya una dedicación especial.
–¡Pero yo investigo América latina! ¿Usted quiere que me quede sin trabajo?
–Profesor, su curriculum en la parte de idiomas dice que habla quechua. ¿Dónde lo aprendió?
–En Stanford.
–¿Stanford, California?
–Exactamente. Ya me interesaba de antes la zona andina y después gracias al quechua pude hablar directamente en Bolivia para entrevistar a varios caciques andinos. Hace tiempo que no lo hablo, aunque lo entiendo bastante bien. ¿Sabe cuál es mi problema? ¿Con quién lo practico aquí?
–¿Por qué se interesó en la Sudamérica andina y en la zona del Chaco?
–Cuando era estudiante participé de un programa de intercambio y fui a Sucre. A un colegio jesuita. Me impactó de una forma tremenda vivir allá. Originalmente quería volver a Europa. Pasé en Alemania cinco años. Aquel viaje por Sudamérica fue increíble. Era junio, julio y agosto de 1973. Viajé por casi toda la región. Llegué a Chile cuando todavía estaba en el gobierno Salvador Allende. Estando en la Argentina, sólo de casualidad no fui uno de los presentes el 20 de junio de 1973, cuando volvió definitivamente Juan Domingo Perón. Me salvé de los tiros porque había decidido ir a Ezeiza y a último momento me llamaron unos amigos de Córdoba. Recorrí todo. Al Che Guevara lo habían matado poco tiempo antes.
–Claro, lo mataron en Bolivia en 1967, sólo seis años antes de su viaje. De su propio “Diario de motocicleta”. ¿Hasta dónde llegó?
–Hasta Medellín. De ahí volví en avión a los Estados Unidos. En Sucre y luego a través de mis investigaciones indagué en la resistencia campesina a lo que se podía llamar, grosso modo, la modernización. Para mí fue fascinante. Los investigadores no suelen tomar como objeto de estudio las regiones en declive sino en crecimiento. Hacen mal, porque es muy interesante. Yo traté de ver cómo se portaba la gente cuando todo iba peor y qué cambios sucedían, por ejemplo, de fines del siglo XIX al siglo XX, por el paso de la minería de la plata con centro en Potosí a la minería del estaño, que favoreció más al norte que al sur. El próximo proyecto incorporará el comercio en el norte de la Argentina, que investigué mucho en los últimos años. En el siglo XIX no había aún fronteras nacionales efectivas. Las fronteras económicas iban mucho más allá. Pensar en unidades nacionales en el siglo XIX es perder algunas perspectivas, como la de Bolivia, y no entender bien las relaciones y los cruces con el norte argentino, el chileno y el sur peruano. En ese momento me interesaron los chiriguanos. Pero ya mi tesis estaba avanzada y resolví dejar el tema para más adelante. Es gracioso, porque terminé publicando un libro 20 años después.
–Vi el título. Traducido sería Esperando peras del olmo: las misiones franciscanas en la frontera chiriguana en el corazón de Sudamérica, 1830-1949.
–Léalo, por favor. Espero que demuestre una madurez que antes no tenía como historiador. Mire, en aquel entonces ni se usaba la palabra “guaraní”. En el primer capítulo demuestro que el poder militar estaba a favor de los chiriguanos, y que con ese poder podían sacar el excedente de la sociedad criolla. En muchos casos fueron más poderosos que los propios criollos.
–Y todo por la rareza del intercambio en Sucre. Es una hermosísima ciudad poco conocida.
–Mejor que no la conozcan. Deje a Sucre así. Cuando me jubile quiero mudarme a Sucre y vivir en el casco viejo.
–Profesor, volvamos de los chiriguanos a los sudamericanos de hoy. ¿Usted comparte la visión que muestra, desde el punto de vista político, varias Sudaméricas ubicadas en extremos opuestos?
–Me parece que no hay una división tan tajante porque los procesos son muy parecidos. Tomemos de nuevo en consideración algunas realidades. Antes los chinos pensaban en Sudamérica como Chile porque los chilenos habían sido muy efectivos en venderse en China. Es decir que, en última instancia, no fueron tan diferentes a como terminaron siendo los demás, ¿no es cierto? En la actualidad Sudamérica tiene una realidad estable. Es una realidad común. Pero también, con sus diferencias, la protesta es un hábito común. Hay protestas antigubernamentales, más allá de los contenidos, en la Argentina, en Chile y en México. Y da la sensación de que a veces es difícil encasillar cada cosa como de derecha o de izquierda.
–¿Piensa también en la Argentina?
–Claro. A un gobierno de peronistas es difícil definirlo como de izquierda o de derecha. Hay un proceso político único a lo largo de la historia que no encaja muy bien en esos términos. Hablo desde la formación del peronismo. Juan Perón estaba muy convencido de los no alineados. El justicialismo es una mezcla de muchas ideologías. Aun hoy es difícil definir a los Kirchner como de izquierda y quedarse en eso como toda explicación. El peronismo tiene una organización de base mucho más fuerte que cualquier otro partido político en toda América latina y puede arrasar en las urnas. Se organiza muy bien. Recogió la herencia y la retórica de cuidar a los obreros, que es muy importante. Veamos una diferencia con mi país. En los Estados Unidos no existe una izquierda. Sí existe una derecha. En ese sentido, hoy la Argentina está volviendo a un cauce natural. Carlos Menem obviamente fue peronista pero tenía otras características y fue una excepción en esa trayectoria.
–Es justo la época del Consenso de Washington, que resumió las experiencias prácticas de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.
–Sí, la década del ’90.
–Usted decía que hablar de izquierda o derecha no agota un análisis. ¿Y la noción de populismo lo satisface como concepto?
–Tampoco alcanza. Es muy difícil definir qué es populismo. Dicho ahora, es distinto de cuando un investigador lo aplicaba en los años ’30 o ’40, una época muy ligada al comienzo de las etapas de sustitución de importaciones industriales. Hoy puede haber experiencias de sustitución, pero siempre la base es la búsqueda de un tipo de relación con la economía mundial. Lo que sí se podría rescatar, y hay una herencia muy larga de Juan Manuel de Rosas en adelante, es la importancia que puede tener un jefe político que sea un personaje carismático. Esto hace que la política pueda volverse muy personalista. Ahí sí tendríamos una característica populista. De todos modos, la clave es si se trasponen o no los límites de la democracia. Mientras la oposición pueda ganar (si lo hace o no, es otro tema) está todo bien. No hablo sólo de la Argentina. Pasa en todos los países.
–¿Los opositores tienen la misma característica en todos lados?
–No. Pero sí hay un elemento común: la oposición está muy desorganizada en todos los países donde hay líderes fuertes.
–¿Hay líderes fuertes porque no hay oposición organizada o hay oposición desorganizada por la existencia de liderazgos fuertes?
–El populismo tiene una virtud y una desventaja: abarca muchas corrientes políticas. Y esas diferentes corrientes se manifiestan en el líder. En cambio la oposición no tiene muchos intereses en común y entonces las diversas corrientes no se unen. La única excepción debe ser Venezuela, donde la Mesa de Unidad Democrática se pudo unir frente a Hugo Chávez. Pero inclusive allí hay que ver si ganan. Y aun si ganaran habría que ver si podrían seguir unificados, porque están incorporando tendencias políticas diametralmente opuestas.
–¿Está haciendo un pronóstico electoral sobre el duelo entre Hugo Chávez y Henrique Capriles en las presidenciales del 7 de octubre?
–No me dedico a los pronósticos ni a especular. Es un campo ajeno al mío. A mí, como historiador, me resulta más fácil analizar hacia atrás que dedicarme a decir qué pasará en el futuro. Si supiera el resultado de las elecciones en Venezuela, quizá tendría otra profesión y quién sabe si no estaría más cerca de vivir en mi casita de Sucre.
–Bien. Lo dejo en el pasado. ¿Qué otro momento de la Argentina vivió, además del ’73 y la vuelta de Perón?
–Fui becario de la Fullbright en el 2000. Gobernaba Fernando de la Rúa. Vi la caída, con el corralito y el drama social. Y después se produjo la extraordinaria recuperación económica que ustedes experimentaron. De todos modos, hoy me parece que hay que observar mucho la velocidad relativamente menor de crecimiento de la economía china y evaluar si América latina es capaz de saltar hacia otro modelo que en el futuro no la haga depender de la venta de materias primas. No sé si usted sabe que, cuando conversan en privado, muchos dirigentes chinos equiparan a América latina con Africa.
–¿En qué se basan?
–En las perspectivas de utilización económica. No entienden las diferencias enormes. América latina es otro mundo, distinto de Africa. Pero eso piensan muchos dirigentes chinos.
–¿Por qué estuvo de acuerdo en crear la Cátedra Argentina?
–El embajador Jorge Argüello vino y me lo propuso. Me pareció bien. Pensamos en establecer un espacio académico porque nos parecía que la Argentina es un país sumamente importante en América latina. La Cátedra Argentina será una forma constructiva de poner la Argentina en el tapete para que la gente en Washington se dé cuenta de la complejidad del país. Para mejorar las relaciones es necesario mejorar la difusión y el conocimiento. El desconocimiento crea problemas. Es un proyecto de largo alcance. Esa Cátedra Argentina debe durar muchos años y no depender de la administración política de turno. Por eso necesitamos recursos. El mismo embajador me decía que él quería que siguiera adelante. Brasil ha ganado un gran espacio en Washington. Es lógico. Brasil está creciendo y tiene importancia mundial. Pero hay países tan importantes como Brasil y nuestro objetivo es mantener en pantalla también a la Argentina.
–¿Quiénes deberían mirar esa pantalla?
–Los estudiantes, por supuesto, y toda la comunidad académica. Pero, aún más allá, el conjunto de latinoamericanistas, de expertos en América latina, y funcionarios y dirigentes. Que conozcan más la Argentina y la tomen en cuenta, porque es importante para mantener buenas relaciones en América latina y el Cono Sur en general.
–¿Desde cuándo está en la Universidad de Georgetown?
–Desde 1999. Era el único latinoamericanista con una cátedra y no podía conseguir estudiantes graduados. Ahora tengo varios estudiantes de doctorado. Quería meterme en esto. Georgetown es más conocida como universidad que otras y tiene un componente de comunidad universitaria que me atrajo mucho.
–Su libro sobre los chiriguanos está relacionado con una misión franciscana. Pero usted trabaja en una universidad con tradición de estar ligada a la Compañía de Jesús.
–Aunque le agrego un dato: en los últimos diez años por primera vez en la historia de Georgetown no hay un presidente jesuita. Su presencia física disminuyó. Su espíritu es muy importante, porque se trata de una cultura universitaria que le presta atención al ser humano total, lo cual no se da en otras universidades. Para un profesor con trayectoria eso es apasionante. Todos enseñamos a los estudiantes, tanto de pregrado como de posgrado. También somos una universidad de investigación. Y no dejamos de lado el componente de justicia social. Trabajando sobre el tema de los movimientos indígenas me pareció que podía formar parte de un equipo que tuviera interés en temas de justicia social.
–Es uno de los temas comunes de Sudamérica.
–Sí. Se debe en buena medida a las críticas y los problemas del modelo neoliberal anterior, basado en el enriquecimiento de uno por sobre los demás. Un modelo que a la larga no funciona. Es una lucha que, como se habrá dado cuenta, también libramos en los Estados Unidos. Hay dos posiciones muy diferentes sobre cómo debería ser el Estado y a quiénes debería favorecer.
–El candidato republicano Mitt Romney acaba de reivindicar el principio de dejar a una parte de la población librada a su suerte.
–El famoso comentario sobre el 47 por ciento que depende del Estado. La libertad económica para todos está muy bien. Pero los mercados por sí mismos no alcanzan. Hace falta un Estado que regule para que los más poderosos y ricos no puedan aprovecharse de todo el resto.

Assange no Pagina 12. Por que só jornalões brasileiros não o entrevistam?


JULIAN ASSANGE HABLA DE INTERNET, DE COMERCIO, CENSURA Y POLITICA, Y EXPLICA SU SITUACION LEGAL

“Hemos revelado la corrupción en los medios y la hipocresía de Occidente”

Por primera vez desde que se refugió en la Embajada de Ecuador en Londres, el fundador de Wikileaks aceptó hablar con un medio. Sus duras críticas a Obama, su repudio a Facebook y sus ideas sobre las estructuras de poder mundial.
 Por Santiago O’Donnell
Desde Londres
Julian Assange es muy blanco. Pelo blanco, piel blanca, ojos chiquitos, manos suaves, dedos de pianista. Tiene muchos blancos que persigue a través de su sitio Wikileaks: gobiernos, bancos, ejércitos, agencias de espionaje. A su vez, es blanco de procesos judiciales en Suecia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Lleva casi cien días encerrado en la Embajada de Ecuador en esta ciudad y desde entonces se ha asomado al balcón para ver la luz del sol una sola vez, el 19 de agosto, cuando pronunció un discurso para agradecerle a Ecuador por darle asilo y a América latina por defender a Ecuador. No volvió a asomarse, dice que porque no quiere ser blanco de los paparazzi. Saluda con la mano izquierda porque se lastimó la derecha practicando boxeo. Hace poco empezó a tomar lecciones de castellano una vez por semana, pero todavía no se anima a pronunciar palabras en ese idioma delante de las visitas. Recibe a Página/12, con su laptop HP cerrada, en un cuarto de tres por cuatro metros que funciona como su oficina. Afuera la policía británica vigila y un grupito de manifestantes despliega algunos carteles pidiendo su libertad. Acepta preguntas durante poco más de tres horas sin mirar su computadora y sin que su celular suene ni una sola vez.
–Usted ha visitado todo el mundo, con excepción de América latina. La última vez que hablamos, le dije que en Europa lo amaban, en Estados Unidos lo odiaban y en América latina no lo conocían. Cada vez que hablo de Wikileaks me preguntan quién es Julian Assange y qué es Wikileaks. Sé que suena estúpido, pero me gustaría trasladarle esas dos preguntas.
–No estoy seguro de que acepte completamente la premisa. Estados Unidos es muy interesante porque allí mucha gente me apoya a pesar de los ataques despiadados en los medios de EE.UU. Siento un afecto especial por la habilidad de la gente de ver más allá de la mierda. Así que aún en un medio ambiente como EE.UU. donde hay ataques de Obama, Biden y todos los demás, apoyados por los medios –la cadena Fox de un lado, el New York Times del otro–, todavía hay 30-40 por ciento de la gente, según la encuesta que elijas, que apoya a Wikileaks o me apoya a mí, y también apoya la publicación de documentos clasificados del gobierno de Estados Unidos sobre Afganistán y otras guerras, aun cuando en los medios de EE.UU., estas publicaciones son consideradas un acto de traición. Eso me hace bastante optimista, porque muestra que dentro de un mar de mentiras hay un reservorio de gente que, aun cuando no pueden ver a través de la mentira, sienten que hay una agenda para influenciarlos y la resisten.
–Teniendo eso en cuenta, ¿cómo se definiría, cómo definiría a Wikileaks y cómo le explicaría a un no iniciado lo que está haciendo?
–No creo que sea interesante definirme, pero fundé y dirijo Wikileaks.
–Entonces hablemos de Wikileaks.
–Wikileaks es una organización y una publicación. La organización tiene una tarea, que consiste en ser una serie de cosas. Una es ser la publicación de última instancia, así que en vez de protestar contra la censura, la deshacemos. La atacamos y publicamos. Otra función es alentar a gente que tiene conocimientos de planes o actos injustos que hayan ocurrido en el pasado a que nos den la información, así la publicamos. Luchamos por esos derechos en general porque creemos en ellos y como organización son necesarios para nuestra existencia. Y hacemos todo esto no solo porque alguna gente lo aprueba, no solo porque es divertido, y lo es, sino porque vemos que lleva a actos individuales de justicia a partir de las publicaciones que producimos, y también marca una tendencia general que altera el ambiente político en la dirección correcta.
–¿Cómo evalúa el impacto que ha tenido Wikileaks?
–Hay tres áreas de impacto. Primero están los casos individuales. Publicamos en promedio un millón de documentos por año de todo el mundo que han afectado elecciones, han afectado revoluciones, han sido usados en casos judiciales importantes, con respecto a la guerra de Irak, a los vuelos secretos de prisioneros de la CIA, corrupción, asesinatos. (En segundo lugar) hemos empujado las fronteras de lo que es aceptable publicar en Internet. Eso es muy importante porque ahora se acepta a cualquier organización que publique documentos de gobiernos que son menos controvertidos que lo que hace Wikileaks. De esa manera hemos agrandado el abanico, lo que sirve para proteger a todos los demás que vienen detrás nuestro. Por último, en la reacción hacia Wikileaks, hemos revelado algo importante acerca de la hipocresía de Occidente, de cómo la censura moderna ocurre en Occidente y también en sus países aliados; hemos revelado la corrupción en los medios y, quizás nuestro mayor éxito, hemos radicalizado y educado políticamente a la juventud de Internet y la juventud de Internet es ahora la mayoría de la juventud. La mayoría de la juventud hoy recibe su educación política de Internet.

Cuestión de valores

–Quisiera preguntarle por una anécdota de su niñez, usted me dirá si es cierta, que me llamó la atención porque habla de sus valores éticos. La historia se refiere a que, siendo niño usted se robó unos tomates de la huerta de una familia adinerada. Y que después se enojó mucho cuando esa familia le reclamó. ¿Cree que en algunas situaciones está bien robar?
–No sé de dónde salió eso. Me suena que de esa biografía no autorizada que se publicó....
–Sí, de la biografía no autorizada. Sé que usted dice que ese libro contiene muchas falsedades, por eso pregunto, para entender si usted cree que bajo algunas circunstancias...
–La mitad de los problemas que Wikileaks enfrenta como organización, así como muchas otras organizaciones de activistas y periodistas en general, es la deformación del lenguaje. El intento de hacer trampa con el lenguaje para sacar de contexto un tema...
–Por eso quiero ser claro. Estoy hablando de robar.
–Entonces es un abuso del lenguaje usar la palabra “robar” en lugar de la palabra “copiar”. Porque “robar” es quitarle un ítem a su dueño original. Wikileaks, cuando recoge información de gobiernos y grandes corporaciones, está copiando esa información. Cuando le pasás un dato a un amigo, por ejemplo, ¿sabías que Suecia es el principal fabricante de armas per cápita en el mundo? Yo no perdí ese dato por pasárselo a alguien. Entonces, si la pregunta es si creo que copiar información y diseminar información está mal...
–No, ya conozco esa respuesta. Por eso le pregunto si robar tomates siempre está mal o a veces se justifica. Ya sé que usted era solo un niño y ya sé que usted le da mucha importancia a la ética. Lo que quiero entender es si, dentro de sus parámetros éticos, en ciertas circunstancias se puede justificar el robo.
–Me está preguntando por mis parámetros éticos de cuando tenía cinco años.
–No, quiero saber lo que piensa ahora.
–Tendría que ver... en general está mal, pero habría que ver la circunstancia específica. Cobrar impuestos es robar, por ejemplo.
–¿Entonces en un punto está bien robar, si le robás a una persona muy mala, por ejemplo?
–Creo que nunca está bien, pero puede ser el mal menor entre dos males. Cobrar impuestos es un ejemplo en el que puede o no ser el mal menor, pero parece que los países que no recaudan no sobreviven mucho tiempo.

El papel de América latina

–¿Cuál es su opinión sobre la importancia de Wikileaks en América latina?
–Mi conocimiento sobre la interacción de cualquier país latinoamericano con Wikileaks es limitado, pero tengo una perspectiva sobre la región en general porque establecimos acuerdos de publicación en casi todos los países de la región. Así que es posible establecer algunas conclusiones. La más obvia, y no es sorpresa para los latinoamericanos, es el rol de Estados Unidos en América latina. Las acusaciones históricas de las interferencias de Estados Unidos aún se sostienen, aunque por suerte la mayoría de los países en Latinoamérica no están en una situación de poder tener dictaduras agresivas. Esa influencia ahora se expresa en la financiación de ciertas ONG y grupos por parte de Usaid (la agencia de asistencia del Departamento de Estado estadounidense) y en mantener a otros grupos dentro de la órbita de Estados Unidos, ya sea a través de la OEA (Organización de Estados Americanos), la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) o por medio de otros arreglos. La progresión en América latina en relación con Estados Unidos es muy positiva, pero hay un aspecto que me preocupa y que América latina debe resolver, y es que todas la comunicaciones de América latina a Europa, a Asia, se hacen a través de Estados Unidos, donde son interceptadas por la agencia de seguridad nacional. Aun un porcentaje importante de las comunicaciones entre países latinoamericanos rebotan en Estados Unidos y vuelven a la región. Esto abarca a las grandes empresas telefónicas, a los grandes proveedores de Internet, a las transferencias en dólares. Es un tema serio de soberanía para América latina. También vemos problemas serios con los medios en América latina. Esa caricatura de los medios latinoamericanos que son muy cercanos a una familia, o a un partido político, en general es correcta. La interferencia en la última elección en Perú fue muy seria (Ollanta Humala ganó a pesar de una fuerte campaña negativa del diario El Comercio). Como región, América latina fue la más exitosa en la difusión de los cable diplomáticos, con la posible excepción de Medio Oriente, que vivía una situación especial. Mejor que Europa, y mucho mejor que Africa, Asia y también Estados Unidos. Creo que eso habla bien de América latina. Europa se vio afectada por sus relaciones con la OTAN, obviamente Estados Unidos también. En Africa la infraestructura era demasiado pobre y quizás estos países también se preocupaban por su relación con Estados Unidos, no porque fueran fuertes aliados como los países de la OTAN, sino porque eran países pequeños y no tenían organismos regionales fuertes que los protegieran, mientras que en América latina, si bien los países pueden ser pequeños, están insertos en organismos regionales que los protegen. China suprimió los cables completamente y en las ex repúblicas soviéticas la reacción fue mixta.
–Volviendo a la región...
–Ecuador fue especial. El gobierno ecuatoriano nos pidió que publiquemos todos los cables sobre Ecuador. Nos pidieron, querían que publiquemos todo. Hubo otro país caribeño, creo que Jamaica, que también nos pidió que publiquemos todos los cables.
–¿Y Argentina? ¿Qué sabe de Argentina?
–La embajadora argentina (Alicia Castro) vino acá para apoyarme.
–Alguna gente en la Argentina se puso contenta cuando usted, en el discurso que dio en el balcón, mencionó al país dos veces.
–Sí, la repetí por un error en el cortado y pegado de ese párrafo de mi discurso, así que dejé afuera a otros países que pensaba mencionar, pero obviamente Argentina estaba cerca de mi corazón en ese momento, por eso la mencioné dos veces, lo cual no es sorprendente porque en este tema del asilo, Argentina me ha apoyado mucho y la embajadora argentina en Londres, que es una mujer muy carismática, vino a demostrarme su apoyo. Quiero decir, estoy al tanto de algunas cosas que han pasado con Cristina y el gobierno de Argentina, pero no tengo opiniones particulares sobre el país. Pero sí aprecio su independencia en el tema del asilo. Hay una cosa (de la) que nosotros, en Wikileaks, hemos recibido varias quejas, y tiene que ver con el programa biométrico (de impresión de documentos) en Argentina.
–¿Tiene que ver con que hay que aportar demasiados datos? Sé que una parte de la comunidad de hackers argentinos se opone.
–Es una transferencia de datos desde los individuos a una organización que es mucho más poderosa que ellos. Entiendo la seriedad de los carteles narco en América latina. Es un tema serio y no lo subestimo.
–Nosotros lo vemos como una solución que permite atravesar los aeropuertos más rápido, haciendo menos trámites. ¿Es una mirada demasiado ingenua?
–Sí. La tecnología casi nunca es neutral. Y cada individuo es conocido por el Estado, y todos sus amigos también, y puede ser rastreado con exactitud, como resultado de las comunicaciones. Entonces, cuando el Estado se vuelve malo, los individuos no tienen dónde esconderse. En una filtración que hicimos a principios de año mostramos que hay 175 agencias de Inteligencia que les proveen equipos espía a diferentes gobiernos para intercepciones masivas en Internet. Entonces, por ejemplo, con solo diez millones de dólares por año se puede comprar un equipo de Dastec en Sudáfrica para grabar todas las llamadas telefónicas de un país mediano. Todas las llamadas telefónicas. Ese es el nuevo patrón tecnológico. Ya no se trata de elegir a un activista en particular para seguir sus llamadas. Ahora se interceptan correos electrónicos y llamadas de poblaciones enteras y se almacenan de forma permanente porque es mucho más barato tener archivos permanentes de poblaciones enteras que seguir a ciertos individuos. Mejor que todos sean el blanco y no tener que gastar en discriminar. Más adelante, cuando te interesás por una persona, podés ir al archivo permanente y rastrear los datos de esa persona y encontrarlo fácilmente y seguir su rastro. Hay programas que pueden ser buenos para combatir la criminalidad, pero hay que recordar que son los gobiernos los que definen los crímenes. Tenemos presuntas fuentes en prisión. Jeremy Hammond está preso en Nueva York. Ellos dicen que su crimen es haber copiado datos de la agencia privada Stratford y habernos pasado esa información. Es un prisionero político. Doscientos días encarcelado sin ser juzgado. No hay dudas de que él copió información. Se lo acusa del acto político de copiar información de una agencia de inteligencia, pero no lo acusan de hacer pasar vergüenza a una compañía poderosa e influyente. Se lo acusa de hackear computadoras. Del mismo modo a Bradley Manning (presunto filtrador de los cables diplomáticos, preso en Virginia) no se lo acusa de poner al descubierto crímenes de guerra, se lo acusa de comunicar al enemigo al hacer que la información sea pública. Entonces los Estados y las personas influyentes dentro de ellos definen como criminal una actividad que todos realizamos, que es copiar información, y aplican esa interpretación criminal a la gente que les hace pasar vergüenza. (Un asistente insiste en terminar la entrevista, que lleva hora y media por encima del tiempo pautado.)
–¿Algo más?
–Solo que el consejo y el apoyo de Argentina es muy importante para mí, porque Argentina tiene experiencia confrontando con el Reino Unido.